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Es tan fácil que es ridículo. Es tan fácil que no puedo ni comenzar, no sé por donde empezar. Después de todo es solo cuestión de mirar a lo que te rodea. Todos lo hacemos, es simplemente una manera de grabar lo que ves, lo apuntas con la cámara y presionas el botón. ¿Es tan difícil? Y todavía más, ahora en la era digital es gratis, ni te cuesta lo que vale un carrete. Es tan simple y tan básico, que es ridículo.



Es tan difícil porque está por todas partes, en todos los lugares, todo el tiempo, incluso ahora. Es la imagen de este bolígrafo en mi mano mientras escribo, es la imagen de tu mano sosteniendo este libro. Deja lentamente llevar tu conciencia fuera de este texto y mira: está justo ahí, en el otro lado de la habitación, y allí… y allí. Entonces se va. Tú no lo has fotografiado creías que no valía la pena y ahora es demasiado tarde, ese momento ha desaparecido. Pero otro ha llegado, en un instante. Ahora. Porque la vida fluye a través y alrededor nuestro, avanzando deprisa, deprisa y en todas direcciones.



Pero si está en todas partes y todo el tiempo, y es tan fácil de hacer, entonces ¿qué valor tiene? ¿qué fotos merecen la pena? ¿La foto conseguida a base de esfuerzo, preparada, controlada, pre-visualizada? Sí ¿Aquellas artificiales, secas y esmeradas? A veces ¿Es tal vez la foto hecha de improviso, por estar en el sitio y en el momento adecuados? Por supuesto ¿Puede ser una expresión intuitiva? Exactamente. Tal vez sea el resultado de años de buscar, ver, pensar en la fotografía. Definitivamente.



(Paul Graham)

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